jueves, 4 de abril de 2024

Mother! o Gaia

Lejos de la suficiencia de la Gaia de Lovelock, Jennifer Lawrence compone en Mother! (Aronofsky, 2007) un personaje femenino desconcertado, primero por la falta de delicadeza de sus dos primeros invitados (Ed Harris como Adán y una estupenda Michel Pfeiffer como Eva, la pecadora), enseguida por la mala educación y los modales cainitas de su gente, pronto por la agresividad de los groseros que abarrotan la casa (la humanidad) y finalmente por los delirios, guerras y violencia irreversible de los sapiens. 

Lawrence como la creación, como la Tierra o como la vida misma es, sobre todo, una víctima atónita, sobrepasada, herida de todas las formas posibles, incluso la peor de ellas: ver destrozado el fruto de su propia creación.




lunes, 4 de marzo de 2024

cada uno para sí y dios contra todos: Herzog en El Hype

Jeder für sich und Gott gegen alle (cada uno para sí y dios contra todos) es el título original de una de las películas que me han acompañado toda mi vida: El enigma de Kaspar Hauser (está presente en mi ensayo La condición despistada pero en general en mis inclinaciones temáticas: la desorientación, la cultura, los años setenta, la poética de la inocencia). Y es también el título de las memorias de Werner Herzog.




Estupendo artículo al respecto de Eva Peydró (una de las mejores críticas de nuestro país) en la sección «Cultura» de El Hype.




Es posible y Hype rastrear la huella de Gaspar Hauser en la literatura, Verlaine compuso con ese nombre un poema, Philippe Dennery, como más tarde Peter Handke, todo un estupendo drama (Kaspar). Jakob Wassermann la novela Gaspar Hauser o la inercia del corazón y hasta Paul Auster buscó en el abandonado y misterioso Hauser un perfil para un personaje de su más famosa trilogía.

Hace unos años nos llenó de vana ilusión saber que uno de nuestros actores preferidos, Vincent Gallo, iba a protagonizar una revisión del mito de Gaspar Hauser. La película, calificada quizás con razón como una marcianada, la dirige un director desconocido para mí: Davide Manuli. Tenía algo de western, comedia absurda y cine experimental.

Ah, siempre que menciono a Kaspar Hauser recomiendo la edición en Pepitas de calabaza del texto de Paul Johann Anselm Ritter von Feuerbach que estudió como el que esto escribe (salvando las insalvables distancias) Derecho y Filosofía. 

Paul Johann, etc. etc. redactó el Código Penal de Baviera en 1813, tuteló a Kaspar y fue el papá del fustigador por antonomasia de la religión Ludwig Feuerbach.



domingo, 3 de marzo de 2024

La norma y la imagen recomienda: un «clásico» de Bredekamp

Como alternativa a una historia de las imágenes como fruto de la producción de los hombres de una época, objetivo tradicional de la Historia del arte y la Iconografía, Bredekamp busca explicar las imágenes en su condición de agentes históricos, como núcleo, más que consecuencia, de ciertas dinámicas sociales y ciertos modos de interpretación de la realidad. En este sentido, las imágenes son eficaces cuando actúan como catalizadoras de una cierta dinámica social, en la estela de otros ensayos fundamentales ya publicados en castellano, como los libros de David Freedberg, El poder de las imágenes, y Hans Belting, Antropología del arte. El eje vertebrador del libro es un análisis del poder de las imágenes para motivar la acción humana en ciertos contextos, y el impacto de las imágenes en tres campos fundamentales: la vida artificial, el intercambio de imagen y cuerpo, y la actividad autónoma de la forma.


La imagen no necesariamente refleja la realidad, sino que también coadyuva a la conformación de lo real. En este sentido, a través de ejemplos que van desde el mundo antiguo al contemporáneo, Bredekamp problematiza la relación entre la obra de arte y su público formulando el concepto de «acto icónico», que pone en cuestión ideas tradicionales de la Historia del arte como ilustración, representación y mímesis. 




jueves, 29 de febrero de 2024

Mary Poppins revisitada: ¿otro episodio woke?

Mary Poppins ya no es para todos los públicos: ¿puro márketing o preocupación real por el racismo?

La Agencia Británica de Clasificación de Películas recomienda que los niños no vean solos este clásico familiar por su "lenguaje discriminatorio". 

"«Somos una sociedad muy infantilizada, tratada de una forma paternal», afirma el filósofo y critico cultural Jesús García Cívico" [...].

 Texto íntegro en Infolibre

Exclusivo para socios



jueves, 15 de febrero de 2024

Primera jornada de Cine y Derecho organizada por Tirant lo Blanch en La Nau de la Universidad de València


Ha sido un honor poder participar esta tarde en la I Jornada de Cine y Derecho con cineastas y juristas de tanto renombre y otros colaboradores de la colección que dirigen Fernando Flores y Javier de Lucas en la editorial Tirant lo Blanch y que ha sido desde su inicio un referente muy estimulante y querido por mí. 





Hace años pude contribuir modestísimamente con un título (entre Chejov, Mamet,  André Gregory y Louis Malle) que por raro que parezca es de preocupante actualidad: las vidas "pequeñas" decepcionadas en un marco que Böhm, Wendy Brown o Mark Fisher definirán más tarde como sociedades de derecho privado llenas de recelos meritocráticos, sueños rotos, fantasmas sociopoliticos y depresión.




Texto sobre el acto publicado en Cultur Plaza

El próximo 15 y 16 de febrero se celebra en València la I Jornada de Cine y Derecho que explorará la inserción del séptimo arte y el sistema legal. El cine, una de las grandes vías comunicativas que afectan a la percepción, a la creación de ideologías y que es una de las armas más potentes de influencia en las personas, junto al derecho, el sistema de principios y normas que regulan la conducta humana en toda la sociedad. Este evento pionero, que se celebrará en el Centro Cultural La Nau, de Universitat de València, explorará, de la mano de profesionales cineastas y destacadas personalidades del ámbito jurídico, las diversas perspectivas y reflexiones sobre el impacto mutuo de estas dos disciplinas.

La conferencia inaugural estará a cargo de la ex ministra de Cultura y directora de cine, Ángeles González Sinde, quien participará en una fascinante conversación sobre la interrelación entre el cine, el derecho y la vida, moderada por la cineasta Irene de Lucas y el codirector de la Colección Editorial Cine y Derecho, Fernando Flores. 

El primer día de la jornada abordará a profundidad la colección Cine y Derecho desde la perspectiva de los Derechos Humanos. Diversos expertos analizarán obras clave como Los derechos de la infancia, La Fábrica y la Oficina, Derechos, Cine, Literatura y Cómics, o La guerra contra el terrorismo, veinte años después. 

Por la tarde, autores de la Colección Cine y Derecho discutirán obras que abordan temas feministas, como La costilla de Adán de Juan Miguel Company e Ignacio Cort, y "El acusado de Ana Valero, así como otras obras relevantes como La voz más alta de Jose Luis Espinosa, Vania en la Calle 42. Mérito y Decepción de Jesús García Cívico, y La guerra a la vuelta de la esquina, de Chiara Vitucci, quien profundizará en su experiencia y cobertura de las guerras yugoslavas. 

El segundo día de la jornada estará dedicado a examinar la relación entre el cine y el derecho desde una perspectiva legal. Salvador Vives, director de Tirant lo Blanch, moderará un panel con la participación de destacadas personalidades del ámbito legal, como la magistrada del Tribunal Supremo, Ana Ferrer García, el catedrático de Derecho Constitucional, Miguel Ángel Presno Linera, el magistrado del Tribunal Supremo, Luis María Díez Picazo y el catedrático de Derecho Procesal, Jordi Nieva Fenoll. Después de una pausa para el café, la jornada continuará explorando cómo el cine ha marcado la vocación jurista de destacadas personalidades del ámbito legal, incluyendo a la catedrática de Derecho Constitucional Rosario Serra Cristóbal, el catedrático de Derecho Constitucional, Javier de Lucas, la Fiscal especializada en violencia de género, Susana Gisbert Grifo y el Catedrático de Derecho Penal, José Luis González Cussac. Este encuentro, organizado por la Universidad de Valencia, la Editorial Tirant lo Blanch y la Cátedra de Estudios Jurídicos Iberoamericanos está ligado a la Colección Editorial de Tirant Cine y Derecho, una colección galardonada la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.







martes, 16 de enero de 2024

Arte y valores: un número de la revista Tiempo de paz con Antonio López

Yo conocí a Antonio López a través del cine (El sol del membrillo, Erice, 1992) y me fascinó la posibilidad, encarnada en él y su obra, de que la concepción del proceso artístico como una exigente investigación y la búsqueda de cierta perfección "esencialmente perfectible,' por así decir,  fuera un valor más allá de la estética, una manera de habitar en este hermoso planeta afeado por gente terrible. Por eso me ha hecho ilusión compartir algunas ideas con él, con el equipo de la meritoria revista Tiempo de paz y con el educado público que ha acudido esta tarde a la Sala de conferencias del Museo del Prado a la presentación del número "Arte y valores".


"El artista Antonio López con Jesús García Cívico en la presentación del especial «Arte y valores» de la revista Tiempo de paz"
Foto: Mrs. Greta Pinkington


La norma y la imagen recomienda: El conformista, Bertolucci, 1970

El conformista (Bertolucci, 1970) es una de mis películas preferidas de todos los tiempos, una de las mejores del cine europeo de los años 70, un ejemplo de la gran aportación de Italia a este arte (de la cinematografía italiana prefiero su cine político entreverado de surrealismo antes que su engañoso neorrealismo),  una modélica adaptación de Moravia y una fina disección del fascista como ser miserable, débil, gregario y psicológicamente dañado.



domingo, 7 de enero de 2024

Dos imágenes de Seneca Falls

La Convención de Seneca Falls fue la primera convención sobre los derechos de la mujer en Estados Unidos, realizada del 19 de julio al 20 de julio de 1848 en Seneca Falls (Nueva York). Fue organizada por Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton.

El resultado fue la publicación de la Declaración de Seneca Falls (o Declaración de Sentimientos, según las propias autoras), un documento basado en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en el que denunciaban las restricciones, sobre todo políticas, a las que estaban sometidas las mujeres: no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas, ni asistir a reuniones políticas.




La reunión fue convocada en la prensa “para discutir la condición y los derechos sociales, civiles y religiosos de las mujeres” y pretendía formar parte de los movimientos de reforma social que caracterizaban la dinámica política en EE. UU. desde la presidencia del demócrata  (1829-1837) Andrew Jackson hasta la Guerra de Secesión.


La Declaración de Seneca Falls, también conocida como la Declaración de Sentimientos y Resoluciones de Seneca Falls, es un documento norteamericano resultado de la reunión celebrada el 19 y 20 de julio de 1848 firmado por sesenta y ocho mujeres y treinta y dos hombres1​ de diversos movimientos y asociaciones políticas de talante liberal y próximos a los círculos abolicionistas, lideradas por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott para estudiar las condiciones y derechos sociales, civiles y religiosos de la mujer.

Fue Elizabeth Cady Stanton quien se encargó de redactar la declaración de principios y las resoluciones que finalmente se aprobaron. En su redacción la hizo adoptar la forma de la Declaración de Independencia (EE.UU. 1776)​ con lo que consiguió cargarla con una poderosa fuerza de convicción y de significado histórico.

La declaración se enfrentó a las restricciones políticas: no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones políticas. Iba también contra las restricciones económicas: la prohibición de tener propiedades, puesto que los bienes eran transferidos al marido; la prohibición de dedicarse al comercio, tener negocios propios o abrir cuentas corrientes y se expresaba en contra de la negación de derechos civiles o jurídicos para las mujeres.

Consta de doce decisiones e incluye dos grandes apartados: las exigencias para alcanzar la ciudadanía civil para las mujeres y los principios que deben modificar la costumbres y la moral. Once de las decisiones fueron aprobadas por unanimidad y la número doce, la que hace referencia al voto, por una pequeña mayoría.

Está considerada como el texto fundacional del feminismo como movimiento social. Fue una de las expresiones colectivas del feminismo contemporáneo a diferencia de textos anteriores como la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791) de Olimpia de Gouges o Vindicación de los derechos de la mujer (1792) de Mary Wollstonecraft.​



Capitolio. Monumento a Lucretia Mott, Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony

jueves, 28 de diciembre de 2023

Hersch Lauterpacht: el derecho a la inocencia

 


As a lawyer, Hersch Lauterpacht (1897–1960) fought for the protection of the individual under international state law.

In 1915, Lauterpacht studied Law in Lemberg. Three years later, he witnessed clashes between the Polish and Ukrainian population. The clashes were accompanied by anti-Jewish pogroms. He himself was part of a Jewish militia.

In 1919, Lauterpacht transferred to the University of Vienna, where he researched issues concerning international law. In 1923, he moved to Great Britain to work as a university teacher, first at the London School of Economics and then at Cambridge. He fought for the acceptance of the fact that every individual has inalienable rights.

During the Holocaust, Lauterpacht lost a large part of his family in occupied Poland. In order to legally prosecute the crimes, he developed the concept of “crimes against humanity”. This concept was applied in legal arguments in Nuremberg for the first time. Lauterpacht worked on behalf of the British indictment at the Nuremberg trials.

In 1945, Lauterpacht published the book An International Bill of Human Rights. It served as a basis for the Universal Declaration of Human Rights in 1948, the European Convention for the Protection of Human Rights in 1950 and the International Covenant on Civil and Political Rights in 1966. Beginning in 1954, Lauterpacht served as a judge at the International Court of Justice in The Hague. He shaped the practice of international law for many years.







domingo, 19 de noviembre de 2023

La norma y la imagen: materiales audiovisuales para la enseñanza derechos humanos (XVII): Solidarity Crime

The filmmaker Nicolas Braguinsky Cascini and the social anthropologist Juan Pablo Aris Escarcena (PhD, University of Sevilla - Spain) have independently written, filmed and produced the thought-provoking documentary: "Solidarity Crime. The borders of democracy", which was screened for the first time in Geneva last month (November 2019). This is an impressive work aimed at generating debate around the criminalisation of solidarity actions towards migrants across the borders of Europe. 

The documentary Solidarity Crime was filmed in 14 cities across 5 countries: Ventimiglia, Palermo, Catania, Riace (Italy); Menton and Breil-sur-Roya (France); Geneva, (Switzerland); Seville, Granada, Ceuta and Melilla (Spain); and Nador (Morocco). It is the protagonists themselves who lead the narration telling their own stories, allowing the viewers to draw their own conclusions around one main question: «First, it was the migrants to lose their rights; then, those who stood in solidarity. Who will be next?» 

En Nicolás Braguinsky Cascini 



sábado, 18 de noviembre de 2023

La norma y la imagen: materiales audiovisuales para la enseñanza derechos humanos (XVI): The Gourougou Trial de Simón Casal y Santi Palacios


Dos jóvenes africanos, víctimas de una devolución en caliente en la valla de Melilla, reclaman su derecho a tener derechos en un juicio ante el Tribunal de Estrasburgo. Para sus dos abogados defensores no solo es una oportunidad para obtener justicia del caso concreto, también es un caso que puede generar jurisprudencia y sentar las bases del futuro de los derechos en toda Europa


Ver en este enlace: The Gourougou Trial de Simón Casal y Santi Palacios




miércoles, 1 de noviembre de 2023

¿Dónde está...?

 



¿Dónde está Wally? es una serie de libros creada por el dibujante británico Martin Handford en 1987.

Un artículo sobre la tortura como diseño en El Hype: Fernando Botero, Bob Brecher y Denis Villeneuve

(Un extracto de un artículo en El Hype)


Dicen que Denis Villeneuve rodó un comienzo alternativo para Sicario (2015) de manera que lo primero que vería el espectador sería una tortura: la llevaría a cabo del personaje interpretado por Benicio del Toro y, de acuerdo con los estilemas más reconocibles del autor quebequés, se trataría de una manifestación cruda e incómoda de la violencia ejecutada por alguien que luego se relaciona extrañamente con el mundo y con las cosas.

Y no resulta difícil pensar en ese inicio descartado, porque la tortura siempre fue una constante del cine de Villeneuve, en Incendies, la adaptación de la tragedia de Wajdi Mouawad, el hijo tortura y viola a su madre. ¿Se convierte luego en hermano de los gemelos Jeanne y Simon Marwan? ¿Se convierte en padre de los hijos de la mujer que canta? En Incendies la tortura devasta. Y en Prisioneros, (Denis Villeneuve, 2013) la tortura más viscosa –aquella de la que, al parecer, es capaz un hombre en nombre de la vida de su hija– hace que el espectador no solo se revuelva en su silla sino que se revuelvan muchas convicciones o mejor, ideas previas relativas a la tortura.

Y a desmontar la retórica de la tortura está dedicado el ensayo de Bob Brecher, Tortura. Hay una bomba a punto de estallar (Altamarea, 2022), un texto con prólogo de Zurita, traducción del profesor de Filosofía moral Vicente Ordóñez y que ha despertado en mí, precisamente la semana de la muerte del colombiano Fernando Botero (uno de los artistas contemporáneos más sensibles al horror de la tortura), emociones raras mucho tiempo después de que me salieran las primeras canas justamente por investigar en La tortura: aspectos sociales y ético-culturales la sádica pericia del ser humano en desollar vivo, mutilar, electrocutar o simplemente lastimar con sadismo el cuerpo y el espíritu de su semejante.

Hay algo profundamente indecente ya solo en el hecho de entrar a debatir acerca de la tortura porque la prohibición de la tortura es y debe seguir siendo absoluta. La prohibición de la tortura desde los célebres textos del ilustrado italiano Cesare Beccaria a las declaraciones de derechos humanos son un hito cultural (entendida la cultura en una hermosa acepción ligada no a los toros o la cocina sino a la idea moderna de progreso normativo). La tortura lleva a desear la propia muerte, la tortura es lo peor que puede hacer un ser humano a otro y no es admisible ni jurídica ni moralmente bajo ningún supuesto.



Pero como de tanto en tanto cobra aliento el tema y regresa el hedor de los que defienden la tortura en ciertos casos (como el del padre que tortura al joven que ha secuestrado a su hija en Prisioneros, el film de Villeneuve), el eje del ensayo de Brecher, filósofo y profesor en Brighton, gira alrededor de la refutación de los argumentos más conocidos: los del siniestro catedrático de Derecho de Harvard, Alan Dershowitz, quien avaló tras los atentados del 11S una suerte «trato especial» regulado en nombre de la seguridad y los supuestos deberes de las fuerzas encargadas de mantenerla. Tanto Dershowitz como sus renovados seguidores se empeñan en introducir el debate sobre la tortura o en avalar activa o pasivamente con su silencio las prácticas de gobiernos poderosos que recurren a ella. El argumento principal que utilizan es que hay casos en los que esta es necesaria para salvar vidas y habitualmente recurren una proyección mental (una suerte de relato): imagine que se detiene a un terrorista que ha colocado, o sabe dónde se ha colocado, una bomba a punto de estallar. ¿No lo torturaría para evitar un mal mayor?

Tortura. Hay una bomba a punto de estallar, a pesar de no contener argumentos de fondo estrictamente novedosos (para aquellos que leímos la obra de autores como Tomás y Valiente o Massimo La Torre, por ejemplo) sí tiene el mérito de situar perfectamente la cuestión de la ficción en el centro de la problemática sobre la tortura: la invención narrativa del supuesto de la bomba de relojería opera como «marco» (frame en los términos de George Lakoff, añadimos nosotros) capaz de hacer plausible, deseable o incluso debido el recurso a la tortura. Lo hace además con ciertos descubrimientos relacionados con la periferia de lo falaz: cuando cala la idea de que torturar a un ser humano para extraerle (el término tiene ecos de David Cronenberg) información sobre una bomba a punto de estallar y alguien dice Yo le torturaría, ¿lo torturaría él mismo? ¿sabría cómo hacerlo? Y, si no supiera cómo romper la resistencia física de su semejante, ¿dónde podría aprender? ¿quién enseñaría el “arte de torturar”? ¿con quién practicaría? ¿incluiría el gobierno asignaturas optativas sobre torturas y violaciones a los hijos del sospechoso?



Continua en «Desactivar la tortura y dejar explotar la bomba: Fernando Botero, Bob Brecher y Denis Villeneuve», por Jesús García Cívico, Revista cultural El Hype

Biblioteca: La norma y la imagen


 

martes, 10 de octubre de 2023

Biblioteca La norma y la imagen (cine y derecho): Vértigo según Robert S. Pippin


Robert Buford Pippin (14 de septiembre de 1948) es un filósofo estadounidense, profesor en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Chicago. Pippin obtuvo su licenciatura en inglés del Trinity College en Hartford, Connecticut. y su Ph.D. en filosofía de la Universidad Estatal de Pensilvania bajo la dirección de Stanley Rosen, uno de los discípulos de Leo Strauss. Antes de mudarse a Chicago, enseñó durante un gran número de años en el departamento de filosofía de la Universidad de California en San Diego, donde ha contado con Henry Allison y Herbert Marcuse entre sus colegas. En 2009 fue el catedrático Spinoza de Filosofía en la Universidad de Ámsterdam. ​ Desde 2014 es PhD honoris causa en la Universidad de Uppsala, Suecia. ​ Pippin es  conocido por su trabajo sobre Hegel y por su aproximación al campo «Cine, literatura y filosofía» con artículos y libros sobre Kant, Nietzsche, Marcel Proust, Hannah Arendt, Leo Strauss y Henry James.

En Interanimations, Pippin incluye una larga discusión con Žižek que termina con una referencia a Vértigo, a propósito de lo que en la película de Hitchcock supone la pérdida de una pérdida. Por otro lado Pippin analiza otra corriente que incluye a Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger y a Stanley Cavell, según la cual las obras de arte serían «dimensiones ontológicamente reveladoras de la presencia del ser o del mundo, de su ocultación o de su vínculo con nosotros», que tiene relación con su proyecto de ecos habermasianos una modernidad inacabada. (que Pippin ha estudiado en los campos de la pintura y la literatura, especialmente en las novelas de Henry James.)

Pippin ha publicado este libro sobre Vértigo de Hitchcock subtitulado «las ansiedades del desconocimiento» y su acercamiento al cine se basa en las reflexiones filosóficas de Hegel sobre el significado de las artes. 

La imposibilidad de disociar la atención a una obra de arte en la atención a la forma y la atención al contenido afecta a la estética de la recepción; exige, sobre todo, la suposición de lo que Pippin ha estudiado como inteligencia detrás de la cámara. Esa exigencia, y esa inteligencia, serían responsables de la trascendencia a la que el cine puede llegar en el campo de lo mejor que el ser humano haya pensado, como decía, con tonos vinculados a la idea de cultura y progreso que manejamos aquíu, Matthew Arnold. En este ámbito Pippin ha estudiado los géneros del western o el noir, quizás los más genuinamente americanos, que trascienden el mito o el fatalismo para lograr una comprensión lúcida de nuestra época. Así el análisis de La diligencia de John Ford y el de Retorno al pasado de Jacques Tourneur​ y en su análisis de otro film de Hitchcock La sombra de una duda en que Pippin dice «por todas partes en Hitchcock nos encontramos con la sombra de una duda».



 

lunes, 9 de octubre de 2023

Retrato del fascista como vampiro: El conde, de Pablo Larraín


Comedia negra que imagina un universo paralelo inspirado en la historia reciente de Chile. Retrata a Augusto Pinochet, símbolo del fascismo mundial, como un vampiro que vive escondido en una mansión en ruinas en el frío extremo sur del continente. Alimentando su apetito por el mal para sostener su existencia. Después de doscientos cincuenta años de vida, Pinochet ha decidido dejar de beber sangre y abandonar el privilegio de la vida eterna. Ya no puede soportar que el mundo lo recuerde como un ladrón. A pesar del carácter decepcionante y oportunista de su familia, encuentra nueva inspiración para seguir viviendo una vida de pasión vital y contrarrevolucionaria a través de una relación inesperada.




«Logra el difícil reto de construir una sátira alrededor del dictador y su impacto en el Chile de hoy en día sin banalizarlo ni olvidar sus atrocidades (...) Ambición, diálogos inteligentes, una hermosa fotografía en blanco y negro. En tres palabras: cine de autor.»

Tommaso Koch, El País

martes, 26 de septiembre de 2023

Dos películas sobre el proceso judical a los comandantes de la dictadura argentina




Esta semana en San Sebastián (clausurando la sección Zabaltegi-Tabakalera), pero el día 5 de octubre en Filmin podremos ver la película documental El juicio (Ulises de la Orden, 2023). 

De acuerdo, con nuestra plataforma de cine preferida «la película ordena y sintetiza las 530 horas de grabación del conocido juicio a las Juntas Militares de 1985 en Argentina, el proceso en el que fueron juzgados por crímenes de lesa humanidad Jorge Rafael Videla y el resto de responsables de la dictadura (1976-1983)». 

Es el mismo proceso judicial que retrataba la película muy floja cinematográficamente pero imprescindible moralmente (todo esto ya lo digo yo) Argentina 1985, de Santiago Mitre, protagonizada por Ricardo Darín y nominada al Oscar a la Mejor Película Internacional.




viernes, 1 de septiembre de 2023

Autocensor

Un artículo en El Hype (original aquí) 


La autocensura es el resultado de un cálculo que realiza un autor a resultas del cual omite una parte de la obra o cambia algunos términos inicialmente previstos para evitar consecuencias que estima negativas: reducción de posibilidades de publicación, perdida de lectores (en una particular representación del lector), denuncia de ofensas simbólicas y otras acciones de boicot bajo esa expresión un tanto contradictoria que llamamos «cultura de la cancelación».

Antes, en el ámbito privado se evitaba hablar de la familia o contar historias íntimas para no dañar, se sorteaban referencias directas o alusiones a personas identificables para evitar demandas. En el ámbito público, después de los tiempos pre-code, la autocensura se anticipaba preventivamente a los que vigilaban hipócrita, estúpida o cínicamente los discursos contra la guerra, las ideas de izquierda o la moral sexual. El mejor libro a este respecto es, a mi juicio,  Hollywood censurado del profesor de Comunicación de la Universidad de Missouri Gregory D. Black. Hoy, en la época global new-code, el autor se pone en la fina piel de un lector sensible poco abstracto. Se autocensura para no ofender al amour-propre de un colectivo, a una imagen embellecida de sí ante los demás, pero también por no hacer daño a la persona que más se quiere, esto es, para no lastimar la imagen mejorada del gran ofendido: uno mismo.

Y es que estamos acostumbrados a plantear la censura como amputación o recorte, pero en principio, nada impide que la autocensura se traduzca no tanto en la omisión, sino en la inserción en el texto de una serie de añadidos forzados, guiños temerosos, duplicaciones ortopédicas o paréntesis profilácticos que denoten que el autor hace un esfuerzo formal por evidenciar que está del lado del censor, sea este claro o difuso, real o latente.


Ron Mueck


Aquí, la autocensura se parece más a una concesión a la moral o al poder de representación correcta dominante. En este último sentido se me ocurren dos ejemplos (una antiguo, otro reciente) que subrayan el carácter histórico y dinámico de la autocensura en el siglo XXI.

Bajo el dominio cultural de la Iglesia, en un tiempo en que el arte y el pensamiento comenzaban a abandonar su instrumentalidad respecto a la teología, la autocensura se manifestaba con algún tipo de formalidad precavida, un buen ejemplo es el famoso prolegómeno de Hugo Grocio a De iure belli ac pacis (1625) cuando a propósito de sus innovadoras ideas de un derecho internacional universal dijo de estas normas que «valdrían de algún modo aun cuando se admitiera —lo que no podría hacerse sin incurrir en un crimen horrendo— que no hay Dios o que, si lo hay, no se interesa en las cosas humanas».

Cientos de años después, en Nuestra parte de la noche, la novela de la (por otra parte, magnífica escritora) Mariana Enríquez ganadora del premio Jorge Herralde en 2019, en la descripción de la belleza del joven Gaspar se dice que éste enamoraría a todas las chicas, y a todos los chicos o que le sería fácil conquistar a quien desease, fuese hombre y mujer, etc. etc. y lo llamativo es que la duplicación y la adhesión al sexo fluido tan de moda hoy ocupa mucho espacio en una novela ya de por sí algo larga a rabiar.


Tío Vania

En ambos casos el añadido funciona, o bien sinceramente o bien estratégicamente, como una precaución por la que se evita la reacción de los ofendidos anónimos, de los racializados, de los heridos por causas vigentes o del pasado, por la línea frívolamente dolorida de Amanda Gorman, por la reacción de un lector sensible (sensitive reader) al servicio de la editorial.

La autocensura incluye lo que decimos de menos y también lo que decimos de más y si reflexionamos sobre ella podríamos llegar a dar con algunas claves para su mejor comprensión. Ahí van algunas:

#1 La primera es que conviene tener en cuenta que incluso si resulta evidente que hoy en día hay algún tipo de freno en el autor, la cuestión de qué tipo de amenaza hay detrás no es algo baladí. El grado importa y mucho. No cabe frivolizar porque no hay (al menos en nuestro país y hasta las próximas elecciones) un comité de actividades antiamericanas, ni un clan talibán, ni un aparato fascista, ni una institución religiosa, al modo de la Inquisición.

La censura franquista fue mucho, mucho peor que la neofascista (la que campa censurando Buzzlightyear por un beso, sin ir más lejos) y esta última es más ridícula que el tipo de autocensura difusa de hoy. Pero, ya el gran poeta y premio Nobel ruso Joseph Brodsky solía decir que en la antigua Unión Soviética el censor más efectivo habitaba en la mente de cada uno, una suerte de proyección del apparatchik «al final del pasillo de la oficina».

#2 Dado que, en gran medida, la autocensura resulta de un cálculo estratégico, la auto-represión es doble: del lado del hacer, se traduce en la elección de temas de moda, o en la participación gregaria en formatos mainstream, en un exceso de comodidad o en cierta borrachera de pensamiento y arte que lleva a la confusión: la confortable literatura «islámica» según expresión de Américo Castro, aquella que protege al autor y a la obra moral, estética, poética y jurídicamente. ¡Todo mezclado y a la vez! Asumir que la literatura debe contener pretensiones didácticas y moralizantes es hoy por hoy, en los tiempos de la emopolítica, el giro afectivo y la democracia sentimental (Arias Maldonado), una forma de auto-coacción orientada a venderse uno mejor.

#3 La autocensura también puede ser pensada junto a las interpretaciones erróneas de la ética en la literatura. Uno diría que una forma interesante de autocensura consistiría en no caer en la nueva trampa de la empatía y la moralina, los lugares morales comunes o la representación visualmente correcta de la diversidad: la impotencia política (la constatación de que hay cosas importantes que no podemos cambiar con nuestra participación democrática) no debe empujarnos a la fe en la superpotencia de la representación simbólica: cambiar en la ficción lo que no podemos cambiar en la realidad pueda caer en el tokenismo o la pura ornamentación.

#4 Hay un deber ser a favor del viento, una suerte de esnobismo o Grandstanding moral, convenientemente explotados por la industria cultural sin que misma moral tenga nada negativo. Estoy pensando en el mutante como metáfora de la valoración de la diferencia y la gestión de Victoria Alonso (argentina, mujer, emigrante, LGTBI) al frente de Marvel Studios. Lo importante es retener que el juicio estético de una película, una serie o una novela (por limitarnos a las artes narrativas que transcurren en el tiempo) es distinto del juicio moral (a George Steiner no se le escapa que el personaje de Shylock esta estereotipado, pero eso no impide que Shakespeare entre en su canon).

Una obra se mide por su artisticidad. Lo que es válido para los estudios culturales no lo es para la crítica del arte (la peligrosa línea del Occidentalismo del bueno de Edward Said). El criterio moral y el estético no deben confundirse: una película puede proponer valores y estar cargada de buenos sentimientos y ser un fiasco pretencioso en términos artísticos. Como dejó dicho Boris Vian, las buenas intenciones morales llenan las malas novelas. Llegará un día, y ese día será hermoso, en que los personajes LGTBIQ+ y cualquiera individuo racializado podrá ser tan malo como el redneck más vilipendiado: un hito de la ficción y la igualdad.

#5 También es posible que compartir esa moral dans le vent suponga incurrir en algún tipo de servidumbre mercantil: la integración de las cláusulas morales características de las empresas de zapatillas de deport, plegarse a llevar una vida exteriormente modélica bajo la amenaza de perder un patrocinio comercial, pero… ¿quién se cree nadie para gozar de un patrocinio comercial? ¿No deberíamos todos mandar a las grandes corporaciones a pastar? Quizás el mejor camino para no caer en la autocensura sea buscar no el éxito o la aprobación de la mayoría, sino el reconocimiento de algunos a los que admiramos.

#6 Quizás interese repasar de tanto en tanto los argumentos de todos, así, la idea de las audiencias emancipadas de Gonzalo Torné, la penetración psicológica de Caroline Fourest, la mirada más analítica de Gisèle Sapiro, la provocación de Lucía Lijtmaer, o el regreso a categorías clásicas de Fernando Vallespín o Pablo Stefanoni, entre otros, y leer tanto los excesos liberales (a menudo inconscientemente dogmáticos, pero siempre valiosos de la línea Letras Libres: Aurora Nacarino-Brabo, Soto Ivars, Luis Reséndiz…), como a Jonathan Haidt, el subtexto político poco woke de Terry Eagleton, las tertulias sobre literatura de la escuela Selecta o el cinismo de Peter Sloterdijk en «¿Dónde están los amigos de la verdad?».

#7 Otro apunte: los excesos del discurso de la censura (¡me siento censurado, por decir negrata, maricón, zorra o subnormal!) encubren a menudo posiciones retrógradas o un humor racio-malo y demodé superado por un cierto progreso de la sensibilidad moral.

Libros recomendados


#8 Puede ser interesante abordarlo desde la crisis de la crítica literaria: antes de que deviniera ejercicio hiperbólico de mercadotecnia, había críticos capaz de integrar las reflexiones sobre cortapisas, tabúes, concesiones y autocensura moral junto a la perspectiva psicoanalítica en una reseña literaria o cultural. Parafreseando a Peter: ¿Dónde están los amigos de la crítica literaria de verdad.

#9 Otra vía sobre la que invito a reflexionar son las relaciones entre la autocensura y algunos aspectos positivos del cambio social (el declive poético de las impertinencias racistas no buscadas, los sesgos no meditados, las descripciones indeliberadamente superficiales, los personajes esquemáticos, algunos niveles de machismo inconsciente) de lo que en otros lugares (Ficciones, las justas) llamamos «nueva sensibilidad».

#10 Es recomendable pensar la autocensura como un dispositivo que opera de la misma manera que la censura exterior: no solo limitando lo que pueda ofender sino ocultando las auténticas causas del malestar. La censura de filmes nasty y gore en Reino Unido como si fueran responsables del aumento de la violencia pretendía ocultar los nefastos efectos de las políticas neoliberales de Margaret Thatcher en relación con urbanismo, vivienda, garantías laborales o protección sindical. Lo contó muy bien Prano Bailey-Bond en Censor (2021)



Censor
 (Prano Bailey-Bond, 2021).

#11 Hay un tipo de censura que, de acuerdo con autores como Cristopher Lasch, se ha abierto paso como corolario de la sociedad narcisista, la imposibilidad de diferenciar lo privado de lo público, lo subjetivo de lo objetivo, los deseos propios de lo real, la imagen del espejo, los otros del yo: el anti-intelectualismo. Convendría, pues, pensar si no es esta la peor forma de autocensura en los nuevos tiempos contrailustrados y agresivos con la razón: evitar ideas complejas o perspectivas ya recorridas por autores «difíciles» para no herir el ego del lector. En este punto me gustó mucho el ensayo de Pau Luque Las cosas como son. Es mejor sugerir herramientas sofisticadas para que el lector comprenda el complejo presente que dejarlo tal como está.

#12 La sociedad parece cada vez más infantilizada. Se abusa de la opinión frente al conocimiento, de lo subjetivo frente a lo objetivo (o lo que es intersubjetivo, como el juicio del gusto), y una política cultural en la que se amortiza la banalidad o sale rentable la moralina es el caldo de cultivo ideal para la censura difusa: el capitalismo se está adaptando muy bien al moralismo de forma paralela a cómo en el ámbito de la opinión pública asistimos a una nueva horizontalidad, al desdén por el experto y al recelo del profesional.

Lo que para mí significa la palabra cultura es indesligable del tabú, de cierto olfato para el tabú (como el término elitismo). Hablar del tabú ya es tabú, pero cabe preguntarse por qué élite ha devenido un término inadmisible en el ámbito cultural cuando es moneda de cambio habitual en el mundo de los negocios (las listas de mega-millonarios) o en las de mejores futbolistas del año, cabe preguntarse por qué ya nadie habla de diferencia espiritual en un sentido laico del término, ni de belleza, ni de méritos, ni de verdad, ni de alguna cosa más que me debo autocensurar. 

jueves, 3 de agosto de 2023

De la moral y las vidas de mierda (recomendando un artículo de Ariadna González sobre Sean Baker en El Hype)


Yo hice en los años 90 un doctorado en un departamento que se llamaba "Filosofía del derecho, moral y política" pero NUNCA me interesó la filosofía moral entendida como discurso aleccionador ni mucho menos como ética práctica. Además, jamás me he considerado una persona "buena", más bien al revés. 

De la reflexión sobre la moral me interesa la explicación dramática del comportamiento social (la presentación suavizada, decorada o ridícula de uno desde la ruptura del orden feudal –la ironía y el moralismo francés de La Rochefoucauld y otros–, el teatro del mundo, –cómo nos presentamos de bien y cómo presentamos de mal a los otros (esto es, los estereotipos, los sesgos, las taras del discurso xenófobo, machista, racista, clasista, etc.); la forma en que la vida imita al arte, la sociología de los valores como fluctuaciones siempre históricas y culturales de aspectos de cierta psicología social, la red como constatación del papel que desempeña el ridículo en los nuevos procesos de socialización, etc.); me interesa por qué un pintor elige tal o cual color como cuestión moral, la distancia entre la pederastia y la pedofilia magníficamente esbozada en el cine de Todd Solondz; me interesan los aspectos conmovedores del actor porno de Red Rocket, de las prostitutas de Florida Project y en general, del cine de Sean Baker de individuos poco ejemplares y vidas de mierda a los que terminamos comprendiendo con cariño, asumiendo cierto compromiso político con la transformación de las condiciones materiales de existencia que les han conducido a cierta alta probabilidad de ser lo que son.

Lo expresa estupendamente Ariadna González, mi colega en la revista cultural El Hype: 

«Baker articula un espacio de equilibrio donde mezclar una crítica ácida sobre los desechos del sueño americano con cierta esperanza en el peso de las decisiones individuales ante un sistema defectuoso. Aunque esas decisiones individuales no tengan el alcance de enmendar las taras enraizadas en esa sociedad, sí pueden hacer que la estancia en una inolvidable vida de mierda, sea algo más llevadera.»

Recomiendo su lectura y celebro el ciclo que le dedicó el festival Cinema Jove: Take Out, Tangerine, The Florida Project y Red Rocket.

Hacer clic en: https://elhype.com/sean-baker-el-retratista-de-la-pesadilla-americana/


Florida Project, Baker, 2017


miércoles, 5 de julio de 2023

Retrato del buen conservador


Edmund Burke fue un pensador del siglo XVIII que representa a conservadurismo liberal, una corriente de pensamiento que se opuso a la Revolución francesa de forma muy distinta a como lo hizo el resto del conservadurismo.

Hay que comprender su pensamiento en el contexto de la situación de Gran Bretaña que, a diferencia del continente, había limitado la soberanía del rey por el poder del parlamento. (no había monarquía absoluta), además se trataba de una potencia en expansión con un gran desarrollo industrial y una creciente clase media. Burke era contrario a alterar el equilibrio de las instituciones porque podría debilitar el poder, pero, por otro lado, sí defendía limitar el poder del rey. Su liberalismo se ve en la defensa del parlamentarismo y de la representación, si bien defendía que debía ser para una élite y era contrario a la extensión del derecho al voto. Recela del pueblo y considera la desigualdad natural e inevitable. La aristocracia es la base del poder y su garantía. Coincidía con Adam Smith en la defensa de idea como la mano invisible y el mercado competitivo sin preocuparse por las desigualdades que genera ni aceptar políticas redistributivas. No creía en las ideas del iusnaturalismo racional sino que confiaba en el conocimiento y los modelos de la historia. Su obra principal puede ser Reflexiones sobre la Revolución en Francia, compara Francia con su país y defiende el reformismo de instituciones históricas como la monarquía y el parlamento y no la revolución.



Edmund Burke: studio of Sir Joshua Reynolds, oil on canvas, circa 1769 or after. National Portrait Gallery, London.

miércoles, 21 de junio de 2023

Ya nada es evidente



Es evidente que ya nada referente al arte es evidente, ni en sí mismo, ni en su relación con la totalidad, ni siquiera en su derecho a la existencia. La pérdida de que no le fuera necesaria la reflexión o no causara problemas no ha sido compensada por la infinitud abierta de lo que se ha vuelto posible, a la que la reflexión debe enfrentarse. La ampliación se muestra en muchos aspectos como una disminución. El mar de lo nunca sospechado, en el cual se adentraron los movimientos artísticos de 1910, no proporcionó la alegría prometida a la aventura.  En lugar de esto, el proceso entonces desencadenado devoró las categorías en cuyo nombre había comenzado. Cada vez más cosas fueron arrastradas al remolino de los nuevos tabúes; en todas partes los artistas se alegraron menos del nuevo reino de libertad ganado, que de un presunto nuevo orden apenas estabilizado. Pues la libertad absoluta en el arte, siempre aún algo particular, estaba en contradicción con el estado perenne de falta de libertad en la totalidad.



 

martes, 25 de abril de 2023

Muntean/ Rosemblum: la vida no hay por qué vivirla (conformismo post-ideológico)

Con motivo de la exposición «This Is Not An Exit» en el Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa) de A Coruña, nuestro querido programa Metrópolis (uno de los mejores espacios culturales de la televisión pública) dedicó un programa monográfico a los artistas conocidos como Muntean/Rosenblum.



«Nacidos en 1962 en Haifa (Israel) y Graz (Austria), respectivamente, Adi Rosenblum y Markus Muntean se conocieron a finales de los años 80 en la Academia de Bellas Artes de Viena. En 1992 decidieron formar pareja artística, optando por el arte conceptual en combinación con la pintura figurativa. A partir de esa práctica poco habitual dentro del mundo del arte contemporáneo, han creado obras muy singulares y variadas, pero son conocidos, sobre todo, por sus cuadros de gran formato en los que jóvenes anónimos y aparentemente aburridos o melancólicos adoptan posturas tomadas tanto de la cultura popular como de la historia de la pintura europea, creando, en su conjunto, ambientes enigmáticos y ambiguos y situaciones totalmente abiertas a la interpretación por parte del espectador. Desde 2001 estas obras han sido expuestas en prestigiosos museos como la Tate Britain (Londres, 2004) o el MUSAC (León, 2006) y en las bienales de Berlin (2001) y Sao Paulo (2004).




El trabajo de Muntean/Rosenblum, que los artistas definen como producto de “dos cerebros y cuatro manos”, parte de imágenes encontradas y compiladas en un inmenso archivo fotográfico. Las primeras series están compuestas por  personajes seleccionadas de diversas revistas de moda y reagrupadas en nuevos espacios pictóricos donde se producen constelaciones que nada tienen que ver con los originales. Esta predilección por la fotografía de moda se debe a que es el único género donde sobreviven la gestualidad y el dramatismo que caracterizaban gran parte de la pintura del pasado. Sin embargo, ese pathos de los gestos y de las posturas contrasta fuertemente con la evidente apatía y desconexión de los protagonistas, evocando la superficialidad y el postureo de la sociedad contemporánea que posteriormente se reflejarían en la cultura del selfie. Pero esta apatía genera, a su vez, cierta empatía en el espectador que se ve empujado a reflexionar sobre algunas de las cuestiones que más interesan a los artistas, como son la noción del yo contemporáneo o la dificultad de crear grandes emociones en la sociedad actual. El hecho de que los protagonistas de los cuadros sean mayoritariamente jóvenes también refleja su visión de esta  sociedad empeñada en eliminar de su imaginario mediático todo lo que no se corresponda con el concepto de “juventud”. »




miércoles, 19 de abril de 2023

Steven Pinker: En defensa de la Ilustración (sobre el progreso en el campo científico, político, moral y jurídico)

«El principio ilustrado de que podemos aplicar la razón y la compasión para fomentar el florecimiento humano puede parecer obvio, tópico y anticuado, pero he escrito este libro porque he llegado a la convicción de que no lo es. Más que nunca, los ideales de la ciencia, la razón, el humanismo y el progreso necesitan una defensa incondicional. Damos por sentados sus dones: recién nacidos que vivirán más de ocho décadas, mercados rebosantes de alimentos, agua limpia que aparece con un chasquido de dedos y residuos que desaparecen con otro, píldoras que eliminan una infección dolorosa, hijos que no son enviados a la guerra, hijas que pueden caminar por las calles con seguridad, críticos de los poderosos que no son encarcelados ni fusilados, los conocimientos y la cultura mundiales accesibles en el bolsillo de una camisa. Pero se trata de logros humanos, no de derechos de nacimiento cósmicos [...] (Pinker 2018: 23-24)


«La idea de una naturaleza humana universal nos lleva a un tercer tema: el humanismo. Los pensadores de la Era de la Razón y la Ilustración veían una necesidad apremiante de dotar a la moral de una fundamentación secular, pues estaban atormentados por la memoria histórica de siglos de matanzas religiosas: las Cruzadas, la Inquisición, las cazas de brujas o las guerras de religión europeas. Pusieron los cimientos de lo que hoy llamamos humanismo, que privilegia el bienestar de hombres, mujeres y niños individuales por encima de la gloria de la tribu, la raza, la nación o la religión. Son los individuos, no los grupos, los que son «sintientes»: los que sienten placer y dolor, satisfacción y angustia. Ya se formulase como el objetivo de proporcionar la máxima felicidad para el mayor número de personas, ya como un imperativo categórico de tratar a las personas como fines en lugar de como medios, era la capacidad universal de una persona de sufrir y de prosperar —decían— la que apelaba a nuestra preocupación moral». (Pinker 2018: 30-31).


«Dado que estamos equipados con la capacidad de compadecernos de otros y empatizar con ellos, nada puede impedir que el círculo de la compasión se expanda desde la familia y la tribu para abrazar a toda la especie humana, especialmente a medida que la razón nos incita a percatarnos de que no hay nada exclusivamente meritorio en nosotros mismos ni en los grupos a los que pertenecemos.10 Desembocamos así forzosamente en el cosmopolitismo, esto es, la aceptación de nuestra ciudadanía en el mundo» (Pinker 2018: 31).


Pinker, Steven (2018). En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso. Traducción de Pablo Hermida Lazcano, Barcelona: Paidós.





El salón de madame Geoffrin: pintura de Charles Gabriel Lemonnier que representa la lectura de una tragedia de Voltaire, por entonces en el exilio, El huérfano de la China (1755), en el salón literario de madame Geoffrin en la calle Saint-Honoré de París. Los personajes más notables reunidos en torno al busto de Voltaire son Rousseau, Montesquieu, Diderot, d'Alembert, Buffon, Quesnay, Du Plessis y Condillac. Además, figuran Gresset, Marivaux, Marmontel, Vien, La Condamine, Raynal, Rameau, mademoiselle Clairon, Hènault, Choiseul, Bouchardon, Soufflot, Saint-Lambert, el Conde de Caylus, Felice, el barón de Aulne, Malesherbes, Maupertuis, Mairan, d'Aguesseau, Clairaut, la condesa de Houdetot, Vernet, Fontenelle, el duque de Nivernais, Crébillon, Duclos, Helvètius, Vanloo, Lekain, Lespinasse, Boccage, Réaumur, Graffigny, Jussieu y Daubenton.